Artes Visuales de El Salvador.
La historia del arte visual en nuestro país se remonta hasta la época de precolombina de la cuan existe una gran cantidad de manifestaciones de arte entre las cuales podemos destacar las artes rupestre, pirograbados de alto relieves los cuales están en los diferentes centros arqueológicos que existen a lo largo y ancho del país entre los sitios arqueológicos podemos destacar, Cueva del Espiritu santo, San Andres, Tazumal, Sihuatan, Joya fe Ceren, acaontonuacion algunas manifestaciones visuales.
El Lienzo de Tlaxcala es uno de los llamados códices postcortesianos que relatan la conquista desde el punto de vista de la nación tlaxcalteca. Como es bien sabido los tlaxcaltecas fueron enemigos históricos de los mexicas. La llegada de Cortés a su territorio suscitó algunas escaramuzas iníciales con los españoles, sin embargo decidieron aliarse a Hernán Cortés y participaron de manera conjunta en la conquista de Tenochtitlán. La Corona recompensando su colaboración, otorgó a los tlaxcaltecas privilegios, que les dieron una posición especial entre las naciones indígenas. Las décadas posteriores a la conquista se caracterizaron por una serie de rápidos cambios encaminados a consolidar el poder de la Corona frente a los conquistadores y nobles indígenas. Con el fin de mantener vigentes las prerrogativas concedidas, fue necesario dejar memoria documental de los actos que las habían generado. Las comisiones de tlaxcaltecas que cruzaron el Atlántico para ser recibidas en audiencia Real en 1585 fueron acompañadas por este tipo de testimonios.
Wenceslao Cisneros es considerado académicamente como el primer pintor salvadoreño, aunque su trabajo se encuentra en Cuba. La historia de El Salvador ha tenido una serie de paradojas a lo largo de su devenir, y quizá una prueba de ello, es la que representa la historia de Juan Francisco Wenceslao Cisneros, señalado por la historia salvadoreña como el primer pintor, del que, sin embargo, no se tiene ningún trabajo en el país.
Cisneros nació en 1832, en la capital, apenas dos años después de la independencia centroamericana. Es por esto que su trabajo, señala Astrid Bahamond, se ubica dentro de la época republicana. La historia salvadoreña es bastante esquiva al momento de encontrar mayor información sobre él; sin embargo, dos autores importantes hicieron en su momento una investigación que permite conocer el desarrollo y todo lo que llevó a Cisneros a cumplir su destino: La Habana Napoleón Velasco publicó en 1955 un libro titulado “Cisneros el Pintor”, bajo el sello del Departamento Editorial del Ministerio de Cultura de entonces. Este libro, más que una biografía, ahonda en lo que pudo ser la personalidad de Cisneros, y su cotidianidad. Comienza retratándolo como un niño, inquieto y travieso, más preocupado por ver los dibujos de su texto de lectura, el Instructor, que por aprender el abecedario. Inclusive, en este libro, relata que una de sus primeras travesuras fue, precisamente, retratar a sus tutores, aunque a manera de travesura, pero con una gran fidelidad a los modelos originales.
Más adelante, este respeto por la realidad, reflejado en sus pinturas, será uno de los sellos de Cisneros: “un clasicismo extremo, de un retratismo casi fotográfico” señala Astrid Bahamond. De acuerdo al libro “La Pintura en El Salvador”, del investigador y escritor Ricardo Lindo, Cisneros parte hacia Francia, con el cónsul francés, a los dieciséis años a estudiar dibujo y pintura. A su arribo, se instala en el Barrio Latino. Allí comienza sus estudios, y de acuerdo a Bahamond, se convierte en uno de los retratistas favoritos de la corte. Fue vecino de Eugene Delacroix, pintor francés, y su línea de trabajo fue bastante clásica y religiosa. Ricardo Lindo señala que residió durante trece años en Francia, luego uno en Roma, y luego volvió a Latinoamérica, en 1858. Sin embargo, en su viaje hacia El Salvado realizó una escala en Cuba, en donde Cisneros definiría el resto de su historia. En La Habana, Cuba, se encontraba la Academia de Bellas Artes San Alejandro, una de las más antiguas de Latinoamérica, de acuerdo a Bahamond. Cisneros aplicó para ser director de esta academia, y lo consiguió. Durante nueve años estuvo al frente de San Alejandro, y figura en la historia de la academia como un importante referente.
Bahamod explica que Cisneros innovó mucho el aprendizaje de la pintura en Cuba, gracias a sus conocimientos adquiridos en Europa: “Para ellos fue un aporte bastante importante el que alguien con su nivel que venía con todas las técnicas y con muchos temas, no sólo religiosos, sino con mucha pintura de carácter neoclásico, introdujera e implementara metodologías de estudio que no se ocupaban en las escuelas barrocas de entonces. Él implementó lo que él había aprendido. El modelaje con desnudos, por ejemplo”, dice. El hecho de que el trabajo de Cisneros permaneciera casi en su totalidad en Cuba es lo que contribuyó a convertirlo en un “mito”, señala Roberto Galicia, director del Museo de Arte de El Salvador, MARTE. Galicia explica que es con el nombre de Cisneros con el que se inicia la historia de la pintura nacional, pues no hay un nombre que la historia haya conservado antes del suyo. “Antes que él tiene que haber alguien, porque hay retablos de la época de la colonia, pero, y estoy suponiendo, eran de gente que venía de Guatemala, a donde sí ya podemos identificar autores. Recordemos que esto (El Salvador) era un provincia” señala Galicia, asegurando que difícilmente se puede tomar otro nombre antes que el de Wenceslao como el inicio de la pintura salvadoreña.
Casi toda la obra de Juan Francisco –como era conocido en la academia de San Alejandro– está en Cuba. Sin embargo; El Salvador tuvo la oportunidad de conocer, por primera vez, sus trabajos en 1994, gracias a una exposición que se gestionó cuando todavía no se tenían ni siquiera relaciones con este país. La exposición de 1994 tuvo una buena acogida por parte de los salvadoreños, comenta Galicia. “La exposición fue recibida con mucho entusiasmo, sorprendió su extraordinario dibujo, eran obras de formatos pequeños. Lastimosamente no se pudo incluir pintura, cuadro de formatos grandes, porque en ese momento las relaciones con Cuba eran inexistentes y debíamos atenernos a los transportes aéreos y nos atuvimos al embalaje de ese entonces.” Fue un excelente colaboración del museo, que se logró a través de contactos con el ministro de Cultura cubano de aquel entonces, Armando Hart Dávalos, y se dio con una facilidad asombrosa, vino una curadora y eso facilitó las cosas, asgura Galicia. La exposición estuvo más o menos un mes en 1994.
La principal atracción de Huizúcar es la iglesia colonial, erigida cerca de 1700 y que conserva casi intactos diversos aspectos como decoración, templo y altares. Esta es una construcción que guarda muchas leyendas. Las paredes del templo están hechas de una mezcla de adobe y piedra, las que alcanzan un espesor de hasta 1.50 m; las columnas interiores están construidas con troncos de güachipilín, madre cacao, bálsamo, copinol y guiligüishte; los altares laterales fueron tallados a mano y son una mezcla de estilos gótico, romano y barroco.
El punto mas emblematico es el altar.
Iglesia Colonial Tacuba.
Entre los años 1605 y 1612 se comenzó la construcción de la iglesia Santa Lucía por iniciativa del Padre Jacinto Jaime junto al experto en construcción Juan Clemente. El templo se edificó con la idea de evangelizar a los habitantes para disminuir los combates provocados por conquista Española. La materia prima para la construcción del templo, como piedra, cal y tierra se extrajo del Río Paz. Los habitantes además elaboraron el ladrillo rojo y el concreto de cal en el cantón El Sincuyo. Ayudados por caballos y esclavos transportaban el material hasta el casco urbano.
DETALLES DE SU ESTRUCTURA La iglesia- con 12 metros de altura por 39 metros de largo- llegó a constituir una verdadera joya arquitectónica de estilo barroco neoclásico.Contaba con una fachada en la que destacaban cuatro nichos para imágenes, cuatro artísticas columnas, un altar mayor y en su interior albergaba un órgano y un retablo.La edificación sucumbió ante la magnitud del terremoto de Santa Marta, originado en Antigua